miércoles, 27 de febrero de 2013

Optimismo para España: cuanto peor, mejor.

Ya hace casi tres años desde que quebró España y desde entonces siguen intentando evitar que se evidencie entre trucos contables y trampas al solitario. Los ciudadanos españoles tienen mucho en común con los espectadores de El Sexto Sentido: unos se van a enterar de golpe y a otros ya les habían contado la película. El partido en el gobierno es una organización criminal y el BOE es pura violencia que chorrea sangre cada fin de semana. La situación no podría ser peor. ¿Qué esperanza puede haber? (sin ánimo de hacer humor con la delincuente que presidió la Comunidad de Madrid). ¿Cómo puede quedar algo de optimismo en un país que está perfectamente orientado hacia el desastre social?

La desconexión de la casta política con el ciudadano de a pie es el gran problema de España, y es lógico en un país que no es una democracia de verdad. Pero paradójicamente será lo que de paso a la verdadera transición. Dentro de casi todas las instituciones del Estado hay dirigentes que muestran claros signos de sufrir un trastorno antisocial de la personalidad. Estamos hablando de auténticos psicópatas, incapaces de sentir remordimiento o culpa por sus acciones, por brutales que nos parezcan. Ambas cosas son un cóctel que está costando vidas, pero que tarde o temprano se les irá de las manos por las propias limitaciones que tienen para percibir la realidad tal cual es. No se van a ir, van a ser arrasados.

El ciudadano español medio, que por primera vez en generaciones ha comprendido que las decisiones políticas le afectan directamente, ha dejado de dar cheques en blanco. Aún no se interesa por leer un programa electoral, pero es importante reconocer el cambio. Los euros, los verdaderos votos, también han dejado de invertirse alegremente porque ahora se exige conocer en profundidad cada producto. Se acabaron las estafas. La gente, con su voto y su dinero, está exigiendo total transparencia... y la tendrá, porque de lo contrario colapsarán el sistema político y el sistema económico. El cambio hacia la transparencia se hará sí o sí.

Los enormes fallos de comunicación del gobierno criminal que preside Mariano Rajoy, fruto de la incapacidad de captar la realidad, pone en evidencia los objetivos que persigue. Quizás pocos se han dado cuenta, pero el ciudadano medio ha aceptado dócilmente bajar su nivel de vida. Lo que le levanta del sofá no es tener que trabajar más por menos, sino la desigualdad en el reparto de los sacrificios. El ciudano medio entiende (erróneamente) los recortes más brutales como necesarios, pero no es capaz de soportar el insulto diario y gratuíto. Los argumentos del gobierno son claramente ofensivos y, aun siendo evitables, los pone sobre la mesa porque subestima a los ciudadanos. Este es el fallo de percepción que les llevará a la tumba, quién sabe si literalmente. Podrían haber hecho descender los salarios un 20% (como era objetivo del gobierno desde un primer momento) sin necesidad de hacer sentir estúpido al ciudadano. Cuando se dice que nos toman por idiotas, no se exagera en absoluto.

La percepción también está distorsionada por parte del ciudadano, que aprovecha la crisis para calibrar entre lo necesario y lo superfluo en cada elección. Cuando terminemos de tenerlo claro, a nadie quepa duda de que seremos un país mucho más rico. A finales de esta década, no quedará un sólo español que meta la pata a la hora de ubicarse entre clases sociales. El fin del crédito barato nos sacará, como está haciendo, del delirio colectivo. Y empezaremos a tomar las decisiones adecuadas, o al menos decisiones menos equivocadas.

El mundo económico también pondrá su parte en el cambio radical que va a dar España, aunque sea de manera dolorosa. "Los mercados" vapulean a España porque es evidente que no podemos pagar la deuda. Harán negocio especulando porque es la única manera de hacer una inversión rentable en España en este momento. Las inversiones a largo plazo requieren de estabilidad política y seguridad jurídica. ¿Quién en su sano juicio pondría un euro en un país en el que el 70% de su población espera un estallido social? Los mercados están pidiendo a gritos previsibilidad, y el gobierno le ofrece la estabilidad de las dictaduras para no tener que desmontar el chiringuito. No servirá por el simple hecho de que la gente no es tonta. ¿Y qué seguridad jurídica tiene un país sin separación de poderes? Tarde o temprano, impuesto o no, el poder judicial tendrá que ser independiente del ejecutivo si España quiere atraer inversiones.

Cada vez está más cerca el gran cambio económico que supone incluir en el cálculo del desarrollo de los países el bienestar social, bajando del pedestal al todopoderoso PIB. Aquí aún no se ve, pero en este momento hay países que macroeconómicamente son el sueño de España, pero a nivel de calle es un infierno. Esto es porque el PIB no refleja el bienestar de los ciudadanos, símplemente es un indicador de lo que produce el país.

Probablemente sea imposible que España logre tocar el cielo sin haber pasado por el infierno. Los pacientes que sobreviven al cáncer tienen muy presente esto: disfrutan la vida mucho más, después de haber pasado meses o años sufriendo. La casta política es el verdadero origen de la crisis, y tenemos que asimilar que es nuestro tumor. Imagínense que son ustedes los que reciben el diagnóstico, y que además de ofrecerle todos los tratamientos probados en otras partes del mundo, le comentan que es áltamente probable que su tumor termine extinguiéndose por su propia voracidad. Pues es exactamente lo mismo. España país tiene un cáncer que está creciendo tan rápidamente que terinará colapsando sobre si mismo aunque no seamos capaces de extirparlo antes. 

Y eso son buenas noticias.